Declarada Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de monumento, la ermita de Santa Ana se levantó en 1709 bajo el mecenazgo de los Vizcondes de la Torre de Albarragena.
De modestas dimensiones, está construida en una sola nave y distribuida en dos tramos mediante arco de medio punto cubiertos con bóveda de cañón con lunetos. La cornisa superior presenta una decoración puramente barroca, con adornos realizados en estuco, representando cabezas de querubines y temas florales que recorren toda la nave.
De mayor atractivo son las pinturas murales fechables hacia 1760 que ocupan tanto la nave como el presbiterio. Roleos, tarjas, diseños vegetales y geométricos enmarcan toda la escena con una tupida y complicada red donde se mezclan y entrecruzan motivos de diseño puramente rococó con otros de sabor medieval.
Cuenta también con figuras religiosas en sus pinturas, como Dios creador, San Vicente Mártir, Santa Ana, San Lorenzo y Santo Domingo.